domingo, 27 de febrero de 2011


Existen múltiples definiciones de comunicación. Aceptaré como aproximación aquella que entiende que comunicar es convocar, hacer realidad objetos, relaciones sociales y ordenes políticos.

No podemos entender acción y comunicación como elementos ajenos, ni siquiera como elementos relacionados o interconectados. Acción y comunicación están irremediablemente ensamblados, ya que la acción es siempre comunicativa y “no se puede no comunicar” (Watzlewick). El acto más sencillo, más simple, el parpadeo de un ojo, puede constituirte como sujeto (Le scaphandre et le papillon, 2007)

La realidad es, por tanto, construida a través de una “praxis” comunicativa, y la acción es práctica. “Los objetos […] los cuerpos [y] la naturaleza [son] un lugar común y una construcción discursiva poderosa, resultado de interacciones (practicas comunicativas) entre actores semiótico-materiales, humanos y no-humanos” (Haraway 1999:124)

Estas prácticas comunicativas no se dan en un espacio neutro, sino que los individuos ocupan posiciones dentro de estos campos de interacción. Están insertos en un entramado de relaciones de poder, que constriñen, pero que también posibilitan, es un espacio estructurado y estructurante, es un habitus a través del cual “la estructura que lo produce gobierna la práctica, no por la vía del determinismo mecánico, sino a través de las constricciones y limites originariamente asignados a sus invenciones” (Bourdieu 1994: 96)

Cuando insertamos en la ecuación a los nuevos mecanismos de comunicación, las relaciones de poder no son ajenas. Se extiende a través de ellas desde el mismo momento en que tomamos como premisa que los artefactos tienen implícita una política. Doy por verdadera tal premisa porque la tecnología es capaz de generar diferentes estructuras sociales y porque genera marcos de posibilidad (e imposibilidad). Solemos ver la tecnología como simples herramientas, pero obviamos todas sus implicaciones sociales, lo cual nos impide percibir gran parte de la realidad subyacente a estos artefactos. Tal y como dice Winner “lo que nosotros llamamos tecnologías son los modos de ordenar nuestro mundo”.

Sin embargo no podemos pensar que tales políticas son eternas o inmutables. Algunos mecanismos de comunicación social, bien conocido es el caso de Facebook o la tecnología móvil, se crearon con el fin de constituirse como medios de comunicación interpersonal, sin embargo han derivado en herramientas de acción social. Nuestras identidades múltiples y complejas se han manifestado y hecho visibles a través de estos interfaces (y están mediadas por ellos). Recojo aquí como clave un concepto de Amparo Lasen: oportunidad. No solo para llevar a cabo una movilización social, sino oportunidad para gestarla por la disposición de los nuevos medios, los cuales posibilitan la formación de redes precarias donde se articulan los discursos y “articular es significar. Es unir cosas, cosas espeluznantes, cosas arriesgadas, cosas contingentes” (Haraway 1999:150).

Referencias:

BOURDIEU, P. (1994): “El sentido práctico”

HARAWAY, J.D. (1999): "Las promesas de los monstruos: Una política regeneradora para otros inapropiados/bles" en "Política y sociedad" nº30

WINNER, L. [1983] (1985): "¿Tienen política los artefactos?"


http://cultura-abierta.blogspot.com/2011/02/semana-1-el-nuevo-marco-tecno-social.html


lunes, 21 de febrero de 2011

Empieza el curso de Innovación Abierta en la Gestión de Proyectos Culturales y como intento ser ecológica, en vez de crear un nuevo blog específico para el curso, rescato este del olvido digital para darle vida de nuevo.

 
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